Como complemento de la atención preferente que entregan las ejecutivas de la Isapre, “los talleres han ayudado a los acompañantes y al paciente mismo, ya que permiten poner en común temáticas que ellos piensan que son muy individuales, y se dan cuenta de que les pasan cosas a todos acorde a su dificultad oncológica. Además nos permiten desmitificar ciertas ideas con respecto a la enfermedad”, explica la oncopsicóloga Constanza Zúñiga.

Loreto Meneses comparte esta opinión. Ella había asistido antes a un taller con su hermano, y esta vez ese rol lo tomó su abuelo. “Cuando vinimos el año pasado estuvo súper bueno. Nos ayudó a sacar las emociones que sentíamos como hermanos y a sentir que estamos todos en las mismas, que no estoy sola. Eso sí, ayuda harto para orientarse”, comenta.

Fue el caso de Manuel Santis, quien es parte del programa hace cinco años. Está feliz porque sus exámenes llevan más de un año arrojando resultados positivos. “Siento que yo traté de expresar sentimientos en un dibujo con colores. Yo trato de ser mas positivo que antes, si estoy saliendo de una, y una forma de expresión son los colores, que a mí me encantan”, asegura.

“Cuando nosotros entendemos que el arteterapia se abre como un lenguaje para expresar, para comunicar, declarar y abrir un espacio más íntimo, nos damos cuenta que también hay una función de contención, de escuchar y de dar testimonio a quienes no han vivido la enfermedad”, explica Claudia.

No solo pacientes

Los acompañantes que participaron del primer taller también compartieron sus experiencias. Estas actividades son para ellos, dada la importancia que tienen en el proceso de los pacientes, un apoyo fundamental, explica Constanza.

El abuelo de Loreto, Víctor Hugo Ramírez, lo cuenta así: “Yo primero estaba medio reticente a venir, está ese paradigma de llegar a un grupo de gente achacada. Pero no, no fue para nada así. Aquí se ven muchas personas que uno no tiene idea que están enfermas, por su actitud positiva. Y eso implica que vamos por buen camino, por el camino de solucionar los problemas, de seguir adelante y de buscar soluciones”, asegura, agregando que eso es lo primero de lo que hay que preocuparse; los trámites administrativos vienen después. “Para eso voy a mi ejecutivo, él me facilita el camino y yo, por mi parte, me quedo tranquilo y con energía para seguir avanzando y tirando para arriba”, señala.